Cuando te pones delante de un lienzo y no salen las ideas que has preconcebido, la mano se va con el pincel cargado de pintura. La mente vuela, el brazo no responde. En cambio los sentimientos hacen que ese brazo se mueva para jugar libremente por el trozo de tela en blanco. De esa manera salen unas formas imprevisibles. Siempre pensando que se tiene unas bases, una teoría dentro del dibujo y de los colores.
Eso me pasa algunas veces. La fuerza interior hace que mi mano se mueva dentro de un circulo para llegar a un punto siempre imaginario.
Higorca